LAS DEFENSAS CONTRA LA INFECCIÓN
Nuestro organismo se defiende de las infecciones externas gracias a que cuenta con un sistema inmunitario formado por defensas externas o internas que lo defienden de todas aquellas sustancias extrañas procedentes del exterior, denominadas antígenos.
Este es el que crea la inmunidad que puede ser de diversos tipos:
- La fiebre como respuesta inmunitaria innata
La fiebre es un síntoma que aparece como tema en la mayoría de las consultas médicas. Actúa como mecanismo de defensa del organismo frente a las infecciones, y constituye una manifestación común de un sinnúmero de enfermedades en niños y adultos.
La fiebre es una de las reacciones generales del organismo (síndrome de adaptación) de mayor importancia, pues a menudo es el síntoma inicial y el dominante en una serie de procesos, en particular los infecciosos, y en algunos tumores o enfermedades sistémicas.
Es de conocimiento popular que la fiebre se origina cuando un microbio ataca el cuerpo. Esto es en esencia correcto en la mayoría de los casos: la principal causa de fiebre son los procesos infecciosos del organismo.
- Proceso de la inmunidad adquirida.
Este tipo de inmunidad se consigue una vez se ha entrado en contacto con el agente patógeno. La proporcionan los linfocitos que son las células encargadas de defender a nuestro organismo frente a cuerpos extraños. El proceso es el siguiente:
- Entrada en el organismo de un cuerpo extraño, ya sea bacteria o virus, debido a un fallo en nuestras defensas externas.
- Este en pequeñas cantidades no es un peligro pero si consigue reproducirse se puede convertir en un problema que nuestro organismo debe eliminar. Las células encargadas de ello son los linfocitos que eliminan los patógenos y una vez han contactado con ellos los “registran”, creando una inmunidad frente a ellos que facilita en gran medida su eliminación la próxima vez que ataquen el organismo.
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