lunes, 19 de octubre de 2009

Antonio Pacheco Gómez



















































































Estíbaliz Ruiz-Henestrosa Sánchez

La palabra "Evolución" significa realmente dos cosas totalmente distintas y separadas.

Por una parte, "Evolución" quiere decir simplemente que los organismos han cambiado a lo largo del tiempo, que algunos organismos han desaparecido del planeta y han sido reemplazados por otros organismos que no existían antes. En este sentido, el término "Evolución" no es una teoría ó hipótesis científica; es un hecho observable. El registro fósil es muy claro al indicar que los organismos que una vez existieron ya no existen.

Por otra parte, "Evolución" es también una palabra utilizada para señalar una teoría científica sobre como ocurrió este proceso, en que unos organismos son reemplazados por otros. En este sentido, el término "evolución" no es un hecho observable, es un modelo científico que intenta explicar el hecho de los cambios de las especies a través del tiempo.


El modelo científico actualmente aceptado para la evolución fue esgrimido por primera vez en el libro "Sobre el Origen de las Especies por Medio de la Selección Natural", de Charles Darwin. Los principios de Darwin se combinan para formar el núcleo del modelo evolutivo.


En años recientes, dos nuevas teorías, que complementan la teoría Darwiniana tradicional, han sido ampliamente aceptadas. La primera de ellas se llama "teoría del equilibrio puntual", una teoría establecida por Stephen Gould y Niles Eldredge a principios de los setenta. En 1972, Gould y Eldredge propusieron que la mayoría de las especiaciones tienen lugar no en la población entera de especies, si no más bien en una pequeña, y aislada porción de la misma. Luego de que la transición a una nueva especie ha tenido lugar en esta población aislada, la nueva especie se mueve hacia nuevas áreas diferentes al lugar de su origen y reemplaza a las viejas especies ancestrales.

Otra teoría de evolución se denomina "deriva genética"; Otra, "neutralismo".

Ni la teoría puntuacionista ni la teoría neutralista reemplazan a la teoría gradualista Darwiniana de la selección natural, y ninguna de estas teorías considera que la teoría Darwiniana este "mal". Ambos procesos son complementarios al punto de vista Darwiniano, pero al mismo tiempo se separan de la ortodoxia. Así que, realmente no se puede decir que exista una simple "teoría de la evolución" siendo varias.

La evolución es un modelo científico completamente silente sobre el origen último de la vida en la tierra; si el modelo evolutivo asevera que todas las formas de vida descienden de alguna fuente común, el modelo en sí mismo nada tiene que decir con relación al proceso mediante el cual estas formas originales aparecieron en el planeta. No hay una teoría evolutiva concerniente al desarrollo original de la vida, a partir de sustancias químicas no vivas. La cuestión de los orígenes pertenece a una disciplina biológica totalmente separada denominada "abiogénesis", que pertenece al reino de los bioquímicos en vez de la biología evolutiva.

La teoría de la evolución no establece de manera alguna como "deben" actuar los humanos. Igualmente, la teoría evolutiva no afirma que la historia sea inevitablemente "progresiva". El proceso de evolución biológica es totalmente ad hoc y no direccional.

En 1859, un hombre revolucionario publicó "Sobre el origen de las Especies" donde se vertían nuevas y radicales ideas sobre la naturaleza de la vida.

En Noviembre de 1.998 se dio a conocer la primera secuencia completa del genoma de un organismo eucariota pluricelular, el del "gusano". El director de este proyecto era el genético molecular Sydney Brenner, que en una entrevista comentaba lo siguiente, en referencia al futuro de la Biología: "... la Biología se va a convertir muy pronto en una disciplina teórica, y todos los científicos creativos estarán pronto en el campo de la Evolución". Brenner ha sido galardonado con el Nobel de Biología en 2002 por sus contribuciones a convertir el gusano en un modelo en genética del desarrollo, una parte de la biología en gran auge actualmente y con mucho que ver en evolución.


El 15 de Febrero del 2.001, y el 16 del mismo mes, se publicaba la secuencia casi definitiva de otro genoma, pero esta vez más importante: el humano, aunque no secuenciado al cien por cien. Confirma lo que ya se sospechaba últimamente: que nuestro genoma es mucho más sencillo cuantitativamente de lo que nuestra soberbia puede soportar. Sólo 30.000 genes poseen los núcleos de nuestras células y no hace más de un año aún se especulaba con que serían 80.000. Resultan ser no muchos más que los de una mosca del vinagre.


Desde un punto de vista evolutivo, ya se sabe que poseemos fragmentos de genoma vírico en nuestro ADN y que, al menos, 223 proteínas que sintetizamos ... lo hacemos mediante genes que también poseen las bacterias, transferidos a nuestro genoma a través de otras especies o directamente de los virus y bacterias.Se ha visto ya con mayor precisión, si bien este dato ya se conocía por estudios anteriores, que la variabilidad de nuestro genoma es muy pequeña y que, incluso, personas de una misma población pueden ser más diferentes entre sí que con personas de poblaciones diferentes. Esto es lo que ocurre en especies que acaban de aparecer en el campo evolutivo, como la nuestra que apenas tiene hace 100.000 años que salió de África.






En el estudio de la Evolución Biológica, aportan sus datos y conocimientos todas las ramas de la ciencia, desde el bioquímico hasta el paleontólogo, desde el físico hasta el edafólogo, desde el forense hasta el ecólogo, desde el botánico hasta el genetista… Se trata, pues de una Gran Ciencia, o una "superciencia’’.


Se Pretende desarrollar próximamente las implicaciones del Proyecto Genoma Humano en la explicación del hecho evolutivo, así como lo relativo a otros aspectos de la evolución molecular y paleoantropología.


En 1967 Lynn Margulis propuso la teoría de la endosimbiosis, que dice que las células eucarióticas se originan a partir de algunas pequeñas procariotas, que fueron comidas por otras de mayor tamaño.





Cristina Palacios Ponce


Las biomoléculas
Las biomoléculas son las moléculas constituyentes de los seres vivos. Los cuatro bioelementos más abundantes en los seres vivos son el carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, representando alrededor del 99% de la masa de la mayoría de las células.[1] Estos cuatro elementos son los principales componentes de las biomoléculas debido a que:
Permiten la formación de enlaces covalentes entre ellos, compartiendo electrones, debido a su pequeña diferencia de electronegatividad. Estos enlaces son muy estables, la fuerza de enlace es directamente proporcional a las masas de los átomos unidos.
Permiten a los átomos de carbono la posibilidad de formar esqueletos tridimensionales –C-C-C- para formar compuestos con número variable de carbonos.
Permiten la formación de enlaces múltiples (dobles y triples) entre C y C, C y O, C y N, así como estructuras lineales ramificadas cíclicas, heterocíclicas, etc.
Permiten la posibilidad de que con pocos elementos se den una enorme variedad de grupos funcionales (alcoholes, aldehídos, cetonas, ácidos, aminas, etc.) con propiedades químicas y físicas diferentes.



-Clasificación de las biomoléculas [editar]
Según la naturaleza química, las biomoléculas pueden ser:




·Biomoléculas inorgánicas [editar]
Son biomoléculas no formadas por los seres vivos, pero imprescindibles para ellos, como el agua, la biomolécula más abundante, los gases (oxígeno, dióxido de carbono) y las sales inorgánicas: aniones como fosfato (HPO4−), bicarbonato (HCO3−) y cationes como el amonio (NH4+).




·Biomoléculas orgánicas o principios inmediatos [editar]
Son sintetizadas solamente por los seres vivos y tienen una estructura a base de carbono. Están constituidas principalmente por carbono, hidrógeno y oxígeno, y con frecuencia están también presentes nitrógeno, fósforo y azufre; otros elementos son a veces incorporados pero en mucha menor proporción.




Las biomoléculas orgánicas pueden agruparse en cuatro grandes tipos:




Glúcidos [editar]
Artículo principal: Glúcidos
Los glúcidos (hidratos de carbono o carbohidratos) son la fuente de energía primaria que utilizan los seres vivos para realizar sus funciones vitales; la glucosa está al principio de una de las rutas metabólicas productoras de energía más antigua, la glucólisis, usada en todos los niveles evolutivos, desde las bacterias a los vertebrados. Muchos organismos, especialmente los de estirpe vegetal (algas, plantas) almacenan sus reservas en forma de almidón. Algunos glúcidos forman importantes estructuras esqueléticas, como la celulosa, constituyente de la pared celular vegetal, o la quitina, que forma la cutícula de los artrópodos.




Lípidos [editar]
Artículo principal: Lípidos
Los lípidos saponificables cumplen dos funciones primordiales para las células; por una parte, los fosfolípidos forman el esqueleto de las membranas celulares (bicapa lipídica); por otra, los triglicéridos son el principal almacén de energía de los animales. Los lípidos insaponificables y los isoprenoides desempeñan funciones reguladoras (colesterol, hormonas sexuales, prostaglandinas).







Proteínas [editar]
Artículo principal: Proteínas
Las proteínas son las biomoléculas que más diversidad de funciones realizan en los seres vivos; prácticamente todos los procesos biológicos dependen de su presencia y/o actividad. Son proteínas casi todas las enzimas, catalizadores de reacciones metabólicas de las células; muchas hormonas, reguladores de actividades celulares; la hemoglobina y otras moléculas con funciones de transporte en la sangre; anticuerpos, encargados de acciones de defensa natural contra infecciones o agentes extraños; los receptores de las células, a los cuales se fijan moléculas capaces de desencadenar una respuesta determinada; la actina y la miosina, responsables finales del acortamiento del músculo durante la contracción; el colágeno, integrante de fibras altamente resistentes en tejidos de sostén.





Ácidos nucleicos [editar]
Artículo principal: Ácidos nucleicos
Los ácidos nucleicos, ADN y ARN, desempeñan, tal vez, la función más importante para la vida: contener, de manera codificada, las instrucciones necesarias para el desarrollo y funcionamiento de la célula. El ADN tienen la capacidad de replicarse, transmitiendo así dichas instrucciones a las células hijas.
Algunas, como ciertos metabolitos (ácido pirúvico, ácido láctico, ácido cítrico, etc.) no encajan en ninguna de las anteriores categorías citadas.